

Su periplo comenzó en la casa de Boadilla que ambos comparten desde hace unos meses. De allí, por las carreteras de Madrid, acabaron en el aeródromo de Cuatro Vientos, donde algunos fotógrafos les retrataron.
Un blog portugués se encargó de publicar las instantáneas de la pareja entrando en el aeródromo por la parte destinada a civiles –se trata de una base militar con otro acceso destinado a quienes trabajan allí- y ahí los paparazzi les perdieron la pista.
Algunos optan por creer que se subieron a un helicóptero y volaron a un lugar recóndito donde por fin, poder disfrutar de su intimidad. Su destino sigue siendo una incógnita y sus protagonistas, dada la discreción –casi hermetismo- con el que tratan todos los asuntos que conciernen a su vida privada, no lo desvelarán.
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